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► Nota editorial

"Recalculando"

Septiembre 2019

Al momento de escribir estas líneas el país volvía a estar inmerso en una de sus ya  recurrentes crisis económico-financieras, en este caso fogoneada por el clima de confusión e incertidumbre generado por el sorpresivo resultado de las PASO del 11 de agosto ppdo.  

Tras el brusco salto cambiario del día posterior a los comicios y la debacle de todos los indicadores financieros del país, el Gobierno Nacional fue anunciando una secuencia de medidas (eliminación del IVA a los alimentos de la canasta básica, suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, reducción transitoria de los aportes jubilatorios, “reperfilamiento” de la deuda de corto plazo, mayor intervención en el mercado de cambios y de capitales, entre otras), que todavía hoy se están ajustando vía reglamentaria, y que han obligado al mundo empresario a “recalcular” todas sus previsiones, justo cuando las firmas más grandes se disponen a “aventurarse” a la tarea de avizorar cómo se moverán las principales variables del negocio durante 2020.

Esta difícil coyuntura a nivel macro encuentra a la cadena láctea en una situación dispar, según el eslabón que se considere. Tras 15 meses consecutivos de quebrantos, finalmente en marzo de este año la cadena volvió a “crear valor” (en lenguaje más llano, aunque impreciso, a “ganar plata”). Pero para el eslabón industrial, sólo se trató de un “veranito” muy corto, ya que en el segundo trimestre volvió a operar en zona de pérdidas. La producción, en tanto, continuó el proceso de progresiva recuperación de su situación económico-financiera gracias a la vigencia de precios de la materia prima que mostraron en el transcurso de todo el primer semestre subas interanuales que promediaron más del 100%, impulsadas por una marcada escasez de oferta. Así, la participación del sector primario fue en junio 2019 del 36% del valor final, convirtiéndose en el nivel más alto desde que el Instituto Argentino de Profesores Universitarios en Costos (IAPUCo) publica la serie de Valores por Litro Equivalente (VLE, y que lleva 78 meses). La contracara fue que la participación de la industria sobre el precio final cayó hasta el 23%, el mínimo de toda la serie. En este contexto de volatilidad e incertidumbre a nivel general, al que se suma el difícil panorama de atraviesa nuestra industria, resulta imperioso apelar a la tranquilidad y a la cautela antes de tomar cualquier decisión importante.

En las próximas páginas brindaremos un análisis detallado de la evolución de los fundamentos del mercado que fueron configurando la realidad sectorial durante la primera mitad de este 2019 tan particular.  

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